viernes, 31 de enero de 2014

Por la calle 4...

Todo empezó aqui, en Grecia...

Estadio de Olimpia

La primera carrera de la que se tiene constancia en el Estadio de Olimpia, fue en el 776 a.C. Una banda de piedra con 2 líneas longitudinales perforadas marcaban la salida y la llegada de la carrera. La pista medía 174,125 mt de longitud y 28,5 mt de ancho y las gradas en las laderas tenían cabida para 50.000 espectadores. Los Juegos Olímpicos se celebraban cada olimpiada, es decir, el período de tiempo de cuatro años entre juegos.

2.784 años después...


El jamaicano Usain Bolt, un prodigio de la naturaleza, pulverizó todos los records de los 100 metros lisos, parando el crono en 9,69 segundos. Arrancó mal... tardó más de 2 segundos en coger velocidad... y a los ochenta metros entró en modo off, es decir, descolgando los brazos y dejándose llevar por la inercia. 

Ya tenía suficiente... mirando a las gradas, riéndose y gesticulando, cruzó la meta con descarada superioridad.  41 zancadas de 2,44 mt de media cada una, y una velocidad punta de 45 Km/h a 2/3 de carrera, son los números de este superatleta, canon perfecto de proporciones, altura, masa muscular y potencia. 
Había vuelto Aquiles, el más veloz de los hombres...el de los pies ligeros...

Fue en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008.
Pero recordemos la histórica carrera...



El escenario de la gesta deportiva fue el espectacular Estadio Olímpico de Beijing, conocido como Nido de Pájaro. Fue diseñado y construido para la ocasión por los Arquitectos suizos Jacques Herzog & Pierre De Meuron, con la colaboración especial del artista plástico chino Ai WeiWei, tras ser adjudicado por concurso, encargándose el proyecto en 2003.

Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM. Registro Google Earth)

Una intrincada red de perfiles de acero, de sección rectangular, con una cubierta de policarbonato translúcido, y unas dimensiones generales de 330 mt de largo x 220 mt de ancho x 69 mt de altura, conforman un edificio elíptico, de bordes redondeados, con forma de nido de pájaro. Acoge la pista central de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, con cabida para 91.000 espectadores sentados, El edificio fue un símbolo asumido, un icono, un escaparate para la imagen de la nueva y moderna China.                                                                                             
Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM)

Todo el perímetro exterior del Nido está pavimentado con un mosaico de piezas irregulares de hormigón, con formas homólogas a los huecos de la red metálica del estadio. El nido se apoya con su magnética belleza gris perla, sobre un gigantesco campo también gris. Llama la atención poderosamente la brutal escala del edificio, su enorme tamaño, que se va apreciando con el acercamiento. En su construcción trabajaron 17.000 obreros, y se colocaron 110.000 toneladas de acero.                                                                                         

Labores de mantenimiento. (Foto Nacho SM)
                                                                                           
Es difícil apreciar las proporciones de la estructura metálica, a no ser que se tenga el módulo humano para comparar. En este caso podemos salir de la duda observando las labores constantes de mantenimiento, por parte de los operarios, que trabajan colgados.

Entrando en el Estadio Olímpico. (Foto Nacho SM)
                                                                                                  
En el espacio inmediato y en el interior, bajo la estructura conformada por este tejido metálico, la construcción tiene una percepción más amable, por influencia del color rojo de las cajas de graderíos y rampas. Pese al aspecto laberíntico de la estructura, la gradación de grises y claroscuros debidos a las luces y sombras de la estructura del nido, ofrece un bello y fotogénico efecto. Sin embargo, en este complejo entramado metálico no hay pérdida posible, todo está perfectamente señalizado y los accesos son muy fáciles. La perspectiva es siempre cambiante, y la calle entra en cota horizontal, directamente hasta el corredor perimetral, o deambulatorio de la pista olímpica, ya en el interior

Transición exterior  -interior. (Foto Nacho SM)

La transición exterior nido, exterior - interior bajo y dentro de la estructura, e interior bajo los graderíos volados pintados en el color rojo alegórico de China, con la perspectiva curva del deambulatorio, que recorre como una calle todo el estadio, es fantástica. 
La sensación producida por el efecto sorpresa, de aparecer en la gran pista, a media altura, es impresionante desde todos los ángulos.                                                                                                     
Deambulatorio interior. (Foto Nacho SM)
                                                                                                      
El Estadio Olímpico sigue teniendo un enorme atractivo turístico en general, pero sobre todo para los chinos que cada vez viajan más. Está creciendo una emergente clase media/alta, que lo aprecian como una seña orgullosa de identidad, de progreso y modernidad. Todos los días lo visitan varios miles de personas, que después acuden a la Plaza de Tian'anmen para ver el Mausoleo de Mao Tse Tung,  y la Ciudad Prohibida.

Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM)
                                                                                                           
La cubierta de policarbonato translúcido sigue el mismo patrón poligonal del resto del conjunto, dando una imagen etérea, flotante y ligera, que con la iluminación nocturna vista en las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos,  ofrece un bellísimo efecto plástico. A través de ella se intuye el armazón exterior del nido, superponiéndose de esta manera las dos redes, y haciendo más compleja y misteriosa su visión. 

Pero esta geometría, con una ley reconocible y más ordenada que el entramado exterior, va definiendo una red de líneas que en sus intersecciones y tangencias va generando la gran elipse central del cielo, abierta sobre el campo de juegos, expresando con firmeza, seguridad y gran elegancia el contrapunto curvo. 

Asimismo, y como familia de formas asociadas, tenemos las 3 elipses de voladizos de graderíos, la pista y la del espacio deambulatorio que lo recorre en cota de calle rompiendo el conjunto como una oscura grieta en sombra que produce un efecto de ingravidez.

Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM)
Cubierta. Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM. Registro Google Earth)
Pista. Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM. Registro Google Earth)

Por la calle 4 salió Usain Bolt aquella histórica noche del 16 de Agosto de 2008. Es una pista casi sagrada. Nadie la puede pisar. Está prohibido y hay una estrecha vigilancia para tal fin. Poco uso ha tenido el estadio desde entonces: La apertura oficial en 2009, y las dos finales de la Supercopa de Italia, entre el Inter-Lazio, y la otra entre Inter-Milan. Y en este pasado 2015 se celebraron los Campeonatos del Mundo de Atletismo.

En aquel viaje, realizado un año después de los Juegos, me pregunté por el Pebetero Olímpico... ¿ donde estaba?...
Claro, la historia tenía una lógica aplastante, que no podía escapar a los arquitectos creadores del estadio.... 

Era un diseño fantástico: la piel interior del canto de la cubierta elíptica, se despegaba al final del eje mayor de la elipse, enrollándose sobre sí misma, y formando un lazo helicoidal, en un elegantísimo gesto natural, que todos podemos hacer jugando con los dedos con un simple papel. En las confiterías saben hacerlo muy bien cuando envuelven algún paquete...

Su remate final, por encima de la altura de la cornisa del estadio, el que se tenía que ver desde la ciudad, terminaba en una exquisita antorcha con forma troncocónica invertida y decorada con iconografía alegórica de los auspicios favorables, con patrones geométricos espirales de nubes ( se pueden ver en el Templo del Cielo, de Beijing). 

Todo el estadio, generado a base de complejas líneas quebradas, y sin embargo la simbólica antorcha exhibía con orgullo la iconografía de la Dinastía Ming.  Tenía que haber imaginado esta sutil y poética referencia a la tradición histórica... El reverso, como si fuera la propia piel despellejada, insinuaba el color rojo de la sangre ( o de China), siguiendo la ley cromática del resto del edificio.

Finalizados los Juegos se apagó la llama, y la piel, en un hermoso gesto orgánico, se desenrolló lentamente, para volver a adherirse al canto de la cubierta del edificio, de donde había nacido. De esa manera poética y emocionante, el pebetero y la llama olímpica habían sido creados por el propio edificio, y a él volvían una vez finalizados los Juegos. Qué detalle tan hermoso...¡¡¡  La Arquitectura se hacía Poesía...
Nunca he visto nada igual en unos Juegos Olímpicos.

Pebetero Beijing 2008. (Foto Google)
                                                                                            
Con este descubrimiento, que tuve el honor de explicar a mis siete compañeros de excursión, dimos por terminada la visita al Estadio Olímpico de Beijing. Por fin había entendido su último secreto... ( no sé porqué, pero prefiero decir Beijing en vez de Pekín, aunque sea más difícil pronunciarlo). 

Una vez más me tenía que rendir ante la grandeza del equipo de los arquitectos suizos Herzog & De Meuron y Ai WeiWei

En el exterior del  Nido...

Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM)
Exteriores del Estadio Olímpico de Beijing. (Foto Nacho SM)
                                               
Los exteriores del Nido, es decir la explanada olímpica, aparcamientos y jardines, están muy cuidados y limpios. Hay un constante trabajo de mantenimiento por parte de personal especializado. Los diseños de los elementos urbanos complementarios, de iluminación aérea o de jardín hacen referencia al patrón geométrico principal, habiendo sido diseñados con coherencia estilística. 

Hablando de línea de estilo, en el deambulatorio interior del estadio, aparte de restaurantes, museo olímpico, aseos públicos, oficinas de cambio de dinero, información, etc, hay un centro comercial para shopping de todo tipo de artículos: deportivos, souvenirs, objetos que reproducen la arquitectura del nido aplicada a lámparas, relojes, joyería, pañuelos, corbatas, cajas, bolsos, etc. El diseño de Herzog & De Meuron ha sido muy versátil en este aspecto, y está dando un gran juego comercial.
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Liu, el taxista, tras algo más de 2 horas, nos esperaba pacientemente en el parking. No entendía ni palabra de español, ni de inglés. Pero cuando nos vio llegar tiró el pitillo, y juntando las manos en un gesto ritual de cortesía oriental, nos mostró su mejor sonrisa. Tras corresponderle le hice con la mano la señal internacional de ponernos en camino. 
Lo entendió a la primera, y subiendo rápidamente al coche, arrancó el motor. 
Noté que el parabrisas estaba impecable. 
Ibamos bien de tiempo, y Liu ya sabía cual era la parada siguiente....
Pero esa es otra historia...


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