miércoles, 10 de junio de 2015

¡¡¡ Sirio, Luis... esperadme en el teatro romano...¡¡¡

Cae Palmyra, la ciudad romana del desierto...





Se veía venir.... 
Estaban demasiado cerca...
UNESCO llevaba tiempo reclamando el cese inmediato de las hostilidades, y que la comunidad internacional actuara urgentemente antes de tener que lamentar otra intolerable tragedia más, tanto humana como de pérdida patrimonial.
Ya habían destruido Nínive, Jorsabad, Nimrud, Hatra...






El grito de "Save Palmyra" con la imagen del Tetrapylon se extendió por toda la red global como un grito de reivindicación y auxilio. Habíamos abandonado Palmyra al albur de la barbarie. Ya no había nadie en el palmeral de Tadmor, ni beduínos, ni camellos...El bullicio habitual había desaparecido.

El silencio, como voz del miedo, era un sobrecogedor preludio de destrucción y muerte. La ciudad histórica, la de mármol color oro, la llamada novia del desierto, había caído otra vez. La anterior lo fue tomada por el emperador romano Aureliano en 273 d.C. Los habitantes que tuvieron suerte y anticipación, habían huido dejándolo todo. Los que se quedaron murieron en la cruenta confrontación bélica, y el resto cayeron prisioneros del autodenominado Estado Islámico. 
Al día siguiente los condujeron maniatados al Teatro Romano...

Ejecuciones sumarias en el teatro romano


Jamás creí que llegaría a leer una noticia como ésta. La sangre corría nuevamente en el Teatro Romano de Palmyra. Todos los periódicos mundiales se hicieron eco de esta barbaridad irracional. No os pondré ningún documento fotográfico de esas ejecuciones sumarias en el teatro, pues lo que vi hasta ahora ha herido profundamente mi sensibilidad, rebasando mi capacidad de asombro.

No quiero ver profanado, por asesinos fanáticos e inmisericordes, este altar del arte y de la cultura universal. 
No quiero ver la sublime arquitectura del teatro romano, en el que pasé una de las noches más inolvidables de mi vida, manchado con tanta sangre inocente.
No quiero que en ningún lugar del mundo se lleve a cabo, otra vez más, un genocidio en el nombre de dios, pero menos en uno tan hermoso como éste. 
No quiero que el emotivo silencio eterno de las ruinas se rompa con los gritos de las desesperadas víctimas, suplicando piedad inútilmente.
No quiero que este lugar de paz, donde mi alma tocó el paraíso, se convierta en un infierno.

...Y mientras tanto, sin apenas noticias sobre la marcha de los acontecimientos, esperamos impotentes e incapaces de hacer nada. Solo nos queda estar atentos a los informativos para vencer la insoportable incertidumbre, y rezar por la supervivencia de esas pobres gentes y de la ciudad histórica. 



La belleza de la ciudad romana de Siria es aclamada, más que nunca, estos días en todo el mundo. La invocación del arte, de la arquitectura sublime, la utilizamos como angustioso pero civilizado contrapunto ante la salvaje barbarie fanática.

Suplementos y reportajes en todos los periódicos de las cuatro direcciones, cantan la belleza de Palmyra como una voz que espera y desea ser oída. Como un mensaje de socorro en una botella lanzada al mar. Queremos salvarla pero no sabemos cómo...

Demasiado complicado es el tablero de ajedrez internacional, y más en Oriente Medio. Un gigantesco rompecabezas de intereses entremezclados...pero Palmyra es de las pocas ciudades históricas que nos ha transmitido ese sentimiento de Patrimonio colectivo, de vínculo e identidad común, y de la belleza arquitectónica como uno de los más elevados valores que mejor nos representan como Humanidad.


Palmyra es una de nuestras ciudades más hermosas y evocadoras del mundo antiguo. Un trozo de nuestra eternidad. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1980. No nos la pueden arrebatar ni destruir...es nuestra esencia, nuestra historia, somos nosotros...!!!
Y mía...desde aquel día que vi el póster con la foto panorámica que usó UNESCO y que encabeza este reportaje, sacada desde lo alto del castillo otomano del Tell.

Sucedió en el escaparate de una agencia de viajes de la calle Princesa de Madrid. Yo acababa de llegar allí para estudiar 4º de carrera. Fue como un flash de esos que uno tiene a veces en la vida, y que son determinantes. 
Me quedé como hipnotizado mirándola...

No lo dudé. Entré en la agencia, y les pedí el póster. Se sorprendieron por la petición, pero accedieron amablemente a darme uno, pues tenían varios. Agradecido y emocionado corrí al Johnny, mi añorado Colegio Mayor San Juan Evangelista... y lo pegué cuidadosamente con cello en la pared frente a mi mesa de estudio, donde permaneció dos años y medio, hasta que acabé la carrera... Durante aquel tiempo, cuando me cansaba de estudiar o dibujar por la noche, miraba la evocadora foto, y soñaba con Palmyra. Creo que aquel póster marcó mi vida posterior. Hubo un antes y un después...

En aquella pared quedó, el día que me fui de Madrid, al terminar mis estudios, en noviembre de 1979. Pensé en despegarlo, pero estaba descolorido de la potente luz natural que entraba por la ventana de la 218, mi pequeña habitación del Johnny, y demasiado pegajoso para llevármelo, por culpa de la nicotina que tenía adherida. Y romperlo me parecía una afrenta. Tengo claro que hay cosas que no se deben de romper...

En la pared se quedó la foto, y en mi cabeza para siempre la imagen...
Pero al irme juré que algún día viajaría a Siria a ver aquella ciudad perdida en el desierto, la de las columnas doradas, al lado del palmeral de Tadmor....

10 años después... un día de septiembre de 1989

Desierto en Siria, camino de Palmyra ( Foto Theklan)

La carretera de Homs a Palmyra nos dejó dormidos a todos en el autocar. Ya llevábamos varios días de recorridos duros, largos, madrugando mucho, con un calor terrible, intensas visitas a los yacimientos arqueológicos: San Simeón, Alepo, Ebla, Ugarit, Apamea, Hama, Homs, Bosra, el Crac de los Caballeros.... y todo lo que quedaba por delante.


Siempre que puedo, intento hacer este tipo de viajes por las tierras del mundo antiguo, y disfruto sobre todo con el calor y la luz cegadora de los desiertos semíticos de Oriente Medio, pues despiertan mi fantasía y ansia de conocimiento de la Historia y el Arte . Creo que los lugares hay que verlos en su ambiente, y el recorrido por Siria es agotador. Por eso entendía que la gente estuviera muy cansada y fuera durmiendo casi todo el tiempo.

Recorrido histórico por Siria

160 kilómetros de largas rectas con el asfalto muy ondulado, y llena de baches. Atrás quedaba la cordillera del Anti-Líbano y entrábamos en un desierto de arena y piedras. 
Menos mal que teníamos el sol de espaldas, porque la luz nos dejaba ciegos. El calor era abrasador, además el aire acondicionado del autocar no funcionaba, y las ventanas de guillotina que se podían subir - no todas - metían dentro un aire que era como fuego.
Nos dijeron que llegaríamos a Palmyra a eso de las cinco de la tarde, más o menos. Y aunque eran las tres, hacía auténticos esfuerzos para no dormirme, pues no quería perder detalle... pero finalmente, y empapado de sudor - y de sopor -, caí vencido por el sueño.


- ¡¡¡Nacho, despierta...¡¡¡...Nachooo...¡¡¡

Abrí los ojos por el susto. Luis, tambaleándose de pie en el pasillo del autocar, me agitaba el hombro izquierdo...
- ¿Qué pasa Luis...joder qué sueño, qué hora es...? llegamos ya a Palmyra...?
- No, qué va...todavía queda más de una hora. Estamos a unos 70 kilómetros, pero me acaba de decir Pilar que vayamos adelante del autocar con ella. Tiene una sorpresa para nosotros, jajaja...


A esas alturas del viaje Pilar ya nos conocía, por nuestras buenas y malas costumbres, y cuando me levanté para ir adelante, giró la cabeza y nos mostró una pícara sonrisa. Mientras avanzaba dando tumbos por el pasillo me fijé en que el resto de la gente del autocar estaba durmiendo, con la boca abierta y en posturas inverosímiles. Y aunque hacía un momento yo estaba igual que ellos, me daba la risa verles... siempre dije que la vida del turista es muy dura.

- Venir aquí, asturianos, que vosotros sí lo entendéis bien - Pilar era una experta viajera y buena psicóloga- Tengo esta botella de Arak en el frigo y quiero beberla con vosotros mientras llegamos a Palmyra. Olvidaros de los demás... ¿no veis cómo roncan?




- Los vasos son de plástico, pero la botella está helada, y os aseguro que la entrada en Palmyra, mientras cruzamos este desierto, se merece unos chupitos previos, jajaja...
> El Arak es una bebida alcohólica, típica de estos países de Oriente Medio. A mi me encanta. Es anisada, como el Pastis francés, y hay que tomarla mezclada con agua fría en proporción de 1/3 hasta que quede como el color de la leche aguada. Pega, pero es muy refrescante. Venga... Luis, Nacho... vamos a celebrarlo...


Pilar era nuestra guía española especialista en Oriente Medio. Era de Zaragoza, licenciada en Historia, y hablaba perfectamente francés, inglés y árabe. Alta, atlética, con fuerte carácter y llena de energía, no se arredraba ante los árabes sirios, fueran funcionarios o militares. Se movía por Siria como por el pasillo de casa...

- Ni os mováis del asiento... - decía mientras bajaba del autocar con todos los pasaportes y desaparecía entre la multitud de cada puesto de control militar en que nos obligaban a parar. Discutía con ellos de tú a tú, la conocían y la respetaban. No sé qué les decía, pero al rato reaparecía radiante con todos los pasaportes y un montón de papeles sellados y firmados - ¡¡¡...Vamos chicos...¡¡¡ - decía orgullosa.
Vivía en Líbano, pero su debilidad confesada era Palmyra.


- Llevo más de 10 años viniendo con turistas a Palmyra, y siempre noto el mismo cosquilleo de emoción que la primera vez. Y eso que vivo muy cerca de la ciudad de Baalbek, y estoy acostumbrada al mundo romano, pero como Palmyra no hay nada comparable...
> Primero pasaremos por delante de las tumbas torre que visitaremos mañana de despedida, luego el Palmeral de Tadmor, y después iremos a la ciudad romana. Aunque la visita oficial será mañana temprano, daremos un paseo de reconocimiento rápido por las ruinas, porque quiero llevaros, en cuanto pasemos el check-in del hotel, a que os deis un chapuzón en la Gruta de aguas sulfurosas de Zenobia. Y después de cenar, volveremos a la ciudad a fumar unos cigarros sentados en el teatro romano. ¿Qué os parece el plan...?


- Genial...¿Sabes Pilar...? Nunca pensé que llegaría este momento. Los dos últimos cursos de la carrera me los pasé con un póster de Palmyra delante, pegado en la pared, y ahora estamos apenas a 50 kilómetros de llegar...!!! No me lo puedo creer...¡¡¡
< Oye, este Arak está muy bueno, carga otro chupito Pilar... ¿cómo lo llevas Luis...?
- ¿ Yo...? Estaré mejor cuando me eches otro brebaje de esos. Por cierto, sabéis ese que están dos amigos en un bar, y le dice uno al otro "...Pepe, deja ya de beber porque te está sentando mal : tienes cuatro ojos, dos narices y dos bocas..." Jajaja...
Luis no paraba de contar chistes. Era muy gracioso contándolos, sobre todo los cortos...

Y así, entre chupitos, chistes y historias de turIstas que nos contaba Pilar, llegamos a las proximidades de Palmyra.
- Estamos llegando. Luego seguimos de cháchara... - Pilar se estiró para coger el micrófono- , volved a vuestros asientos, que voy a despertar a la gente...

Wadi de las Tumbas Torre, llegando a Palmyra ( Foto Nacho SM)

Qué paisaje tan impresionante...¡¡¡ Sí, estábamos muy cerca...¡¡¡ 
Reconocía las Tumbas Torre de la ladera de Bilquis, así la llaman en honor a la Reina de Saba. Su volumetría prismática pura sobre plinto escalonado de grandes sillares, configura un landscape abstracto, en el que las sombras son igual de importantes que las construcciones. En mejor o peor estado, estas torres Mausoleo, de varias plantas, cuya tipología estilística evolucionó desde el s.I a.C al s.III d. C. son características de la época de esplendor palmireno, salpicando con sus formas cúbicas el wadi de aproximación.


Tumba Torre, llegando a Palmyra ( Foto Nacho SM)   

Pero en cuanto vi el castillo otomano sobre el Tell, me dio un vuelco el corazón. 
Allí detrás, al otro lado, estaba Palmyra...
Le pedí a Pilar que parase el autocar un momento. Tenía que bajar a la cuneta, disfrutar del momento y hacer esta foto. El calor en la carretera era como fuego...


Castillo otomano Qala´at  Ibn Maan, llegando a Palmyra ( Foto Nacho SM)    

Un poco más adelante repetimos la misma operación y, dentro del protocolo de acercamiento al conjunto, nos explicó sus elementos principales desde la distancia. Al fondo de la necrópolis se veía la Columnata principal de la ciudad romana, y parte del Palmeral de Tadmor, que se extendía como una lengua verde hacia la derecha de la carretera.


Palmyra al fondo ( Foto Nacho SM)    

Nunca he encontrado las palabras justas para describir lo que sentí al ver por primera vez la ciudad de Palmyra, desde la carretera. Es un recuerdo que conservo, que no olvidaré jamás y que hoy día, tras los luctuosos hechos recientes me llena de emoción y angustia.


Palmyra (Foto Nacho SM)   

No exagero si os digo que me reía solo sacando estas diapositivas, que por fin he logrado digitalizar después de tantos años. Aquel día no solo se hizo realidad un sueño, sino que también nació una de mis aficiones más arraigadas, el interés por el mundo antiguo. Allí estaba Palmyra, al otro lado de la carretera que conducía a Deir ez-Zor.

Bajé del autocar y eché a correr unos metros para sacar las fotos antes de que llegaran mis compañeros de viaje, pues luego no habría forma de sacarlas sin gente. Nunca pensé que tuviera tanto tráfico de camiones, de día y de noche. En la antigüedad era la ruta de las caravanas de camellos, y de la seda, pero hoy la carretera cruza Siria, y comunica los pozos petrolíferos de Iraq con los puertos marítimos del Líbano, en el Mediterráneo.

Palmyra (Foto Nacho SM)    

El célebre Arco de Triunfo, que da entrada a la Gran Avenida Columnada Central, es muy famoso en el mundo romano, pues parece que se va a caer, por la dovela desplazada cerca de la clave del arco que lleva así decenas de años. Se construyó en tiempos del emperador Septimio Severo ( 197-211 d.C.), para conmemorar su victoria  sobre los partos. 


Palmyra (Foto Nacho SM)  

Un bellísimo arco y un ejemplo de la mejor ornamentación vegetal en bajorrelieve del arte romano. Una perfecta proporción áurea entre altura, vano y arco, casi helenística, con rellenos y franjas decoradas en el intradós, con motivos que recuerdan las telas de seda que llegaban desde la lejana China y La India, en los tiempos de las grandes caravanas de camellos. Un estilo ornamental, característico de Palmyra, que se ve en los restos conservados en los museos de Damasco y Alepo. También en el museo de la localidad de Tadmor, y en el interior de las Tumbas Torre del wadi, en la ladera de Bilquis.

El Creciente Fértil

Palmyra (Foto Nacho SM)

El control de Roma comenzó progresivamente con la caída del reino Seleúcida. Pompeyo anexionó su territorio como provincia, formando parte del denominado "Creciente Fértil": una amplia región que abarcaba desde los puertos del Mediterráneo, Egipto, Judea, Siria, Mesopotamia, Babilonia y las cuencas de los ríos Tigris y Eufrates.

Con la decadencia del reino nabateo de Petra, los grandes bajeles mercantes, procedentes del lejano Oriente, abandonaron el puerto de Aqaba para ascender navegando por el río Eufrates, hasta Dura Europos. Allí arrancaban las caravanas, bien hacia el norte por Hatra ( ciudad capital del reino de los partos, destruida por el Estado Islámico el 7 de Marzo de 2015), o bien cruzando el desierto sirio a través de Palmyra, hasta los puertos del Mediterráneo: Laodicea ( Latakia), Biblos, Berytus ( Beirut), Tripolis, Tiro, Sidón... 

Si bien en el s.IV a.C. era un asentamiento estable debido a la abundancia de agua, la riqueza de la ciudad comenzó con la dominación romana tras el tiempo de Marco Antonio, Prosperó espectacularmente, gracias al comercio caravanero, hasta alcanzar los 200.000 habitantes a partir de los tiempos de Adriano, cuando paso a llamarse Palmyra Hadriana, en honor a la visita que realizó el emperador el año 117 d.C. declarándola ciudad libre. Fue creciendo tras la declaración de estado independiente por el emperador Galieno en 261 d.C. actuando como limes, o frontera entre Roma y los Partos. 

Está considerada como uno de los centros culturales  más importantes del mundo antiguo durante los siglos I, II y III d.C. y un ejemplo de la mejor arquitectura y desarrollo urbanístico de un mundo cosmopolita, por la convergencia de culturas entre Occidente y Oriente, en el momento de culminación y apogeo del mundo romano, y el inicio de su decadencia.

En las décadas del 260/270 d.C. sus reyes, incluida la célebre Zenobia llevaron a cabo importantes acciones militares de control contra los sasánidas. Pero su gran poder económico, como Ciudad- Estado bisagra entre dos mundos distintos, terminó desafiando a la propia Roma. Finalmente la rebelión fue aplastada por el emperador Aureliano ( 270-275 d.C.), que destruyó la ciudad, llevando a Zenobia prisionera y cautiva a Roma. 

Así nació el mito de la reina, y el de la ciudad de las columnas de mármol y oro. 
Palmyra : la Novia del Desierto...


Palmyra (Foto Nacho SM)

La Gran Avenida Columnada, con sus impresionantes fustes y ménsulas para alojar las esculturas de los nobles dignatarios palmyrenses, nombrados en griego y arameo, que financiaron los diversos elementos constructivos de la ciudad, es célebre en todo el mundo romano. Su longitud de más de 1.200 metros, con su perfecta proporción áurea de calzada y pórticos, solo es comparable con las de las vecinas Apamea en Siria, y Gerasa en Jordania, pero las supera por su majestuosidad y por el color dorado que toma, tanto al atardecer como al amanecer. 

El primer tramo, que comienza con el Templo Bel, está interrumpido por la carretera de Deir ez-Zor. El segundo tramo, que es el principal, transcurre desde el Arco de Triunfo, pasando por la trasera del Teatro, y el Agora, llegando hasta el Tetrapylonque marca el final de este magnífico Cardo Máximo. Y el tercer tramo, fin del área civil, hace un leve giro, y va desde esta singular estructura hasta perderse en la zona de los templos funerarios finales.

Palmyra (Foto Nacho SM)

En cuanto te sales de la avenida columnada, entras en un campo de infinitos restos arqueológicos esparcidos por la llanura : trozos de columnas, capiteles, frisos, arquitrabes... se extienden hasta donde llega la vista. Muchos, aparentemente ordenados, esperando el momento adecuado para su reconstrucción, porque afortunadamente Palmyra estaba en 1989 en una fase de reconstrucción arqueológica, lenta pero efectiva y muy bien programada. Pero amplias áreas estaban en total desorden, tal como quedaron tras el terremoto sucedido en 1089 que destruyó completamente la ciudad.


Tetrapylon de Palmyra (Foto Nacho SM)   

El Tetrapylon es una estructura singular y de fuerte simbolismo icónico. Junto con el Arco de entrada, es el sello de identidad de la ciudad, y su centro geométrico. 
Es una construcción del s.II, de origen tipológico helenístico, de planta cuadrada, que se situaba en la encrucijada de dos direcciones ortogonales principales.

Tetrapylon de Palmyra (Foto Nacho SM)

Es el punto donde hace un giro la avenida, y marca el acceso a los espacios públicos más importantes : Ágora, Senado y Teatro. El conjunto consta de cuatro templetes iguales, formados cada uno por cuatro grandes columnas monolíticas de granito rosa, que sostienen un arquitrabe moldurado, sobre un elevado zócalo de sillería concertada. En el centro de cada uno se alza un podio sobre el que se situaba una estatua honorífica.


Tetrapylon de Palmyra (Foto Nacho SM)      
Tetrapylon de Palmyra(Foto Nacho SM)

Tras unos minutos para fotos, nos dirigimos todos hacia el Teatro para unas explicaciones generales, entrando por el Aditus Máximo izquierdo, que da directamente al espacio semicircular de la Orchestra.

Aditus Máximo de entrada al Teatro (Foto Nacho SM)

Una maravillosa construcción en mármol, con unas proporciones a escala humana. Un espacio acogedor con evidencias de reconstrucción, pero con muchos elementos originales como el bellísimo Proscaenium moldurado y el pórtico Frons Scaenae. Las gradas de la Cavea tienen un remate de coronación también reconstruido, y seguramente, en origen sería mucho mayor y más alto, con otro graderío superior para mayor aforo, pero todo se conserva muy bien. 

Pórtico Frons Scaenae  (Foto Nacho SM)
Proscenio, Pórtico, Aditus y Cavea del Teatro (Foto Nacho SM)

Un edificio de gran armonía. Se parece más a un Odeón que a un teatro... Es un espacio para sentarse horas, y escuchar los ecos de las voces, la música y los aplausos de un pasado glorioso. Desde la última grada, arriba del todo, se domina toda la ciudad. Un privilegiado mirador sobre la historia, que tantos inolvidables recuerdos me trae ...

¿Cómo sería en origen? La referencia inmediata es el Teatro de Gerasa, en Jordania, pero éste, un poco más pequeño, hay que imaginárselo lleno de estatuas y con los fondos de los nichos en estucos de colores, toda la obra de mampostería en perfecto estado, con flores en las molduras del proscenio, cojines en las gradas, banderas, toldos protectores del sol... Un mundo de lujo, alegría y felicidad en la ciudad de mármol y oro. 
Pero está visto que nada sobrevive a nuestra crueldad...

Cavea del Teatro (Foto Nacho SM)

Las gradas están numeradas, y en las primeras filas aún se leen grabados los nombres de los cargos públicos. Detrás se extiende el Ágora, una gigantesca explanada de restos históricos. Destaca el antepecho de piedra de la primera grada, que dispone de agujeros para alojar barras y redes de protección para los espectáculos de gladiadores o con fieras.

Perspectiva del Frons Scaenae (Foto Nacho SM)

En aquellos años, cuando fui, todavía se utilizaba para espectáculos folclóricos y festivales musicales. Era una Siria alegre, consciente del valor de su historia y abierta al turismo. Palmyra era la Pompeya del país, su joya dorada.

El trazado de la ciudad no es hipodámico en el sentido geométrico ortodoxo, llamando la atención los giros de la gran avenida columnada, y la carencia de un Decúmanus Maximo ordenador. Su irregularidad urbanística obedece al trazado de las ocupaciones prerromanas, la ubicación de manantiales, y la relación con el oasis o Palmeral de Tadmor.

Gran Avenida Columnada desde el Tetrapylon ( Foto Nacho SM)

La linealidad de la columnata se rompe en altura, a veces, para significar la entrada a otras edificaciones desaparecidas, como el Senado que estaba a continuación del Teatro, o a las llamadas Termas de Diocleciano en el lado opuesto, o el Patio de la Tarifa con inscripciones sobre las tarifas de pago de las caravanas, los porcentajes máximos de fiscalidad por venta de esclavos, las tasas de servicios de prostitución, etc.

Gran Avenida Columnada (Foto Nacho SM)

El sol iba declinando poco a poco...La primera toma de contacto no pudo ser mejor. Breve pero necesaria. Al día siguiente el guía local historiador nos lo explicaría todo de pé a pá. Pilar tuvo que esmerarse para reagrupar a la gente que se había desperdigado por las ruinas haciéndose fotos. La luz era excelente. Pero era el momento de irse al hotel, y ocupar las habitaciones, pues a continuación nos llevarían a la Cueva de la reina Zenobia para disfrutar del baño de aguas sulfurosas. Luego vendría la cena... 

Noche en el Teatro Romano

El baño en las Cuevas de Zenobia fue muy divertido. El fétido olor a azufre es insoportable de mano, aunque una vez dentro uno se va acostumbrando, y luego ya no se nota, pero el color verde viscoso del agua humeante no invitaba precisamente, y menos la textura del poso del fondo: una especie de barrillo resbaladizo, grasiento y muy suave. Cubre por las rodillas y está muy caliente por lo que hay un vaho ambiental muy denso. Hay que untarse completamente y sin temor, aunque al principio dé un poco de asco, pero tras un rato descubres que tu piel va quedando suave y maravillosa...todo un placer oriental. Si al principio no apetece entrar, al final no apetece salir...Suele pasar en estos sitios.

En cuanto a la cena, ya me había acostumbrado al hummus, una receta típica árabe consistente en una finísima crema de puré de garbanzos cocidos con zumo de limón, que incluye semillas de sésamo, pimentón y aceite de oliva. Se come frío y sobre pan de pita. Es muy popular por todos los países de Oriente Medio.

Hummus ( Fuente Marc Goldberg)

Reconozco que me encanta, y para variar, mi amigo Luis y yo dimos buena cuenta de la fuente. En el postre se nos acercó Pilar para preguntarnos qué tal estaba todo, y estuvimos charlando un rato con ella.

Y como hacía una noche limpia y estrellada, decidimos ir a dar un paseo por las ruinas romanas. Previamente subí a la habitación a por dos jersey, pues de noche siempre hace frío en el desierto. Pilar se despidió rogándonos precaución y que volviéramos pronto, porque había que madrugar al día siguiente, y el programa de visitas era intenso. Lamentaba no poder venir con nosotros, porque tenía que llamar a la agencia de España, para garantizar los servicios de los siguientes días. También iba a llamar al Líbano a su pareja, y esas cosas son sagradas...

No era fácil conseguir línea en Palmyra para llamar por teléfono. En este aspecto creo que la facilidad actual de las comunicaciones merma la cuota de independencia, improvisación y aventura, disminuyendo por tanto nuestra calidad de vida.
Luis se quedó esperándome en el Hall, con la mochila donde llevábamos el tabaco y las cámaras de fotos. 

Amanecer en el Tetrapylon ( Foto Nacho SM)


























Ya han pasado más de 25 años desde aquella noche inolvidable... 

Recuerdo el intenso tráfico de camiones cisterna que llevaban petróleo desde Iraq hacia el Mediterráneo, o a Turquía. También recuerdo la ciudad a oscuras. La luz de la luna nos permitía poder caminar sin excesivo riesgo de tropezar... Además ya conocíamos la ciudad.

Palmyra no tenía aún iluminación monumental nocturna, como se puede ver ahora en las fotos que algunos turistas cuelgan en Google, así que estaba en su estado natural. Solo el peso de la Historia, la voz del pasado, su mágica aura, la noche y nosotros. Todo perfecto.

Nos adentramos despacio por la gran avenida. Las columnas parecían más altas que de día, y sus sombras impresionaban, sobre todo en los momentos de silencio cuando no pasaban camiones. A la altura del Tetrapylon nos salio un perro entre las piedras, saltando con una agilidad impresionante, pero sin ladrar. Era precioso, esbelto y con pelo pardo claro. Nos dio un buen susto...Acudió alegre a nuestro encuentro, dando varias vueltas a nuestro alrededor, y olisqueándonos sin parar. Inmediatamente se sumó a nosotros y le saludamos con caricias, que él agradeció correteando. 

No sé porqué, pero siempre se me han dado muy bien los perros. Parecía que a Luis también, pues iba de uno a otro queriendo jugar con ambos.
A la vuelta del viaje comprobé que era un pastor de Canaán, también llamado perro Hebreo, una raza bíblica muy antigua, típica de los desiertos de Oriente Medio.  

Las ruinas estaban abiertas y, según nos dijeron, había un beduino vigilante armado, pero no lo vimos en toda la noche. Quizás el perro fuera de él...
Fuimos caminando un buen trecho, pero decidimos ir un rato al Teatro Romano.


Teatro de Palmyra (Fuente: Notizen Aus Rom/Word Press)

Nos sentamos en la fila superior, y nuestro amigo se sentó entre nosotros. 

- Ven amigo, siéntate aquí entre los dos, así estarás más calentito. ¿ Ves aquella estrella tan brillante, allí arriba? - la señalé con el dedo - Se llama Sirio, y es la principal de la constelación del Can Mayor, el Perro. Como no sabemos tu nombre, te llamaremos "Sirio" en honor a tu país, y de la estrella del cielo, vale?... 
>¿Qué te parece el nombre Luis? - Luis miró hacia la estrella -
- Ahh... pues sí, muy oportuno... Encantado Sirio. Yo soy Luis y él Nacho, jajaja - le cogió por una de las patas delanteras -

Creo que pasé casi toda la noche acariciándole la cabeza. Tenía las orejas puntiagudas y el hocico alargado. No paraba de jadear y de mover el rabo. Se le notaba encantado con nosotros. Como Luis era previsor, y sabía de mis gustos, sacó de la mochila la caja de Farias y me ofreció un puro. Los encendimos en silencio. Me supo a gloria...
Miré el reloj. Iban a dar las doce de la noche... 

- ¡¡¡...Qué pasada Luis...¡¡¡ ¿sabes cuantas noches ha visto este teatro...? - Luis me miró sorprendido, aunque ya estaba acostumbrado a mis ocurrencias -
> Es de principios del s.II, así que han pasado 19 siglos. He hecho el cálculo, y si redondeamos me salen unas 688.000 noches, y nosotros tres - señalé a nuestro perro - somos los protagonistas de ésta última, ¿no te parece increíble?...

Luis contraatacó inmediatamente con su estilo de siempre
- Sabes ese chiste de que está un romano en la Vía Apia, en la tumba de su mujer, y pasa otro y le pregunta "...Noble Patricio, ¿quién descansa ahí?" y le contesta " Yo, pues por fin me he librado de ella..." 
- Jodeeeer Luis, qué maloooo por favooor, jajaja... ¿ no sabes otro mejor de romanos?
- Sí, ese de que va el Cónsul de la flota del Mediterráneo a una galera, y baja donde están los remeros hechos polvo, y les dice: " Esclavos de Roma, galeotes... tengo dos noticias importantes para vosotros, una buena y otra mala. La buena es que viene el César a vernos y eso quiere decir que habrá buena comida, vino y mujeres. La mala es que ha elegido esta galera para practicar su deporte favorito: el esquí acuático..." Jajaja...
- Jajaja...¡¡¡ Ese es muy bueno Luis...¡¡¡ Te apuesto lo que quieras a que nadie ha contado ese chiste en este teatro, jajaja...

- Espera, que lo vamos a celebrar - Luis abrió la mochila y de repente sacó una botella de Arak y otra de agua mineral, con 2 vasos de plástico... ¿le damos un chupito a Sirio? ¿tu crees que le gustará? Jajaja...
- Pero bueno Luis...!!!...eres la leche...¡¡¡ ¿de donde carajo has sacado esta botella?
- Jaja...estuve haciendo negocios con el camarero mientras subías a por los jersey a la habitación, jajaja...Le saqué el kit completo por 5 $ USA y un paquete de Ducados...
Luis era genial, tanto regateando como haciendo trapicheos con los árabes...

Noche en Palmyra (Foto Nacho SM)

Y entre risas, chupitos, reflexiones sesudas sobre lo divino y lo humano, lo actual y lo romano, puros y caricias a nuestro nuevo amigo, que estaba feliz con nosotros, fueron pasando lentamente las horas. Brindamos por Palmyra, Zenobia, Marco Antonio, Adriano, incluso por nuestro amigo Sirio...

Luis me conocía muy bien, y sabía de sobra que aquella noche yo quería pasarla en blanco, en las ruinas, y quedarme para ver el amanecer.
Le había contado lo que significaba Palmyra para mi, desde estudiante de Arquitectura y él quería vivirlo conmigo. Pero, aunque se apuntaba sin problemas a este tipo de locuras, no se dejaba vencer por pensamientos trascendentes, y en cuanto yo lo propiciaba - soy dado a ello-, saltaba rápidamente con un nuevo chiste. Contó decenas de ellos: de romanos, de curas, de andaluces, vascos, gallegos... sabía cientos de chistes y era muy gracioso contándolos. Nunca olvidaré aquellas horas en el teatro romano.


Pero no fue nada fácil. El ánimo empezó a decaer, pues el tiempo pasa despacio por la noche.

Poco a poco comenzamos a notar mucho frío, y a mi me temblaba todo el cuerpo. Me fue entrando un castañeteo de dientes que me impedía hablar, y además tenía una horrible sensación en el estómago y en la boca, debido al tabaco y al licor. Decidimos movernos hasta el Tetrapylon... eran las 4.30h de la madrugada. También Luis se encontraba cansado, y le rogué que se fuera al hotel a descansar algo. No estaba muy lejos del Templo de Bel, a unos 10 minutos a paso rápido desde aquí, y entre llegar y darse una buena ducha caliente abrirían el comedor para desayunar y recuperar fuerzas.
Lo de dormir era otra cosa, ya lo haríamos en el autocar, o en Asturias, pues seguro que habría más noches como ésta...

Yo estuve tentado a marcharme con él, pues estaba roto, pero tenía que quedarme. No podía irme sin ver el amanecer, así que nos despedimos. Luis echó a caminar por la avenida columnada y yo hacia la necrópolis, en la dirección contraria, con el perro. Al poco rato de caminar me encontré hablándole. Se me estaba quitando el tembleque.

Solo en Palmyra con Sirio


Plano arqueológico de Palmyra (Fuente: Monuments of Syria)

- ¡¡¡...VAMOS SIRIO...¡¡¡ Corre y enséñame la ciudad de Zenobia...¡¡¡ Jajaja...

...Y nos perdimos entre las sombras hacia la necrópolis, a veces caminando, otras corriendo. Le hablaba, me reía, le acariciaba, y Sirio correteaba alegre a mi alrededor, saltando, ladrando. Me sentía libre en aquel paraíso tantas noches soñado en el Johnny, También notaba en Sirio su ansia de libertad, y llegué a creer que él y yo éramos lo mismo. 
Yo sentía, olía y veía por él, y él hacía lo mismo conmigo ...Corría, se alejaba y volvía otra vez encaramándose a mi y lamiéndome las manos cuando le acariciaba.
Parecía como si lleváramos toda la vida juntos...

Se me quitó el frío, y perdí la noción del tiempo. Se veía un poco mejor y por el horizonte del Este comenzaba a clarear un halo de luz casi púrpura. !!! Cómo me gusta ver el amanecer en los lugares históricos...!!!
Aquel tiempo de máxima libertad y amistad con Sirio, jugando y saltando con él, duró una hora, y ni me di cuenta...

Allí estaba, en Palmyra, sentado sobre un capitel corintio, solo,  mirando al horizonte del sol naciente y acariciando la cabeza de mi inolvidable y nuevo amigo. 
A lo lejos sonaba el canto del almuacín, convocando a Fajr, la primera oración del día, en la mezquita de Tadmor...
Todo era perfecto...
Fue uno de los momentos más felices y plenos que recuerdo.

Saqué la cámara de fotos de la mochila.
- Sirio, tengo que inmortalizar este momento. Lo he soñado todos estos años, lo comprendes ¿verdad? Hala...Ven conmigo...


Amanecer en Palmyra (Foto Nacho SM)

La ciudad iba renaciendo poco a poco con unos tímidos rayos de sol casi horizontales. Mientras caminábamos hacia el fondo, las piedras iban cogiendo el tono dorado característico que le dio el nombre a la ciudad de mármol y oro.


Amanecer en Palmyra (Foto Nacho SM) 

Como por arte de magia, las Torres Tumba fueron cogiendo volumen, gracias a los potentes rayos del sol que se alzaba a ras del horizonte. El juego maravilloso de los volúmenes con sus sombras bajo la luz, diría Le Corbusier hablando de arquitectura. El desierto de Siria ofrece la más completa paleta de colores dorados desde sus frías y primeras horas del amanecer hasta el ocaso.
Era increíble ver así la necrópolis de Bilquis. Apetecía dibujarlo, pero no llevaba equipo...

Amanecer en la Necrópolis (Foto Nacho SM) 

El tramo final de la Gran Avenida Columnada, desde el Tetrapylon, abría un campo infinito de restos arqueológicos, con apariencia de haber sido ordenados por zonas, pero en otras parecía que nunca habían sido clasificados, removidos ni excavados.
La ciudad se extendía a ambos lados sin final aparente. El milagro de la luz naciente iba definiendo restos de pavimentos, columnas, muros, capiteles...y los colores ocres de nuevas arquitecturas diseminadas por la enorme planicie de Palmyra.

Gran Avenida Columnada ( Foto Nacho SM)
Gran Avenida Columnada ( Foto Nacho SM)
Gran Avenida Columnada ( Foto Nacho SM)
Gran Avenida Columnada ( Foto Nacho SM)
Templo funerario final ( Foto Nacho SM)

Creo recordar que éste fue el punto más alejado al que llegamos en la ciudad, en aquel amanecer. Está a más de 1,2 kilómetros del Arco de Triunfo de entrada. No obstante me salía continuamente de la avenida para entrar por todos los sitios donde veía algún resto interesante, y me perdía saltando entre capiteles y tambores estriados de fustes, para volver a la avenida principal. Tuve suerte de no caer, pero entre la mezcla de frío y sudor, el polvo del desierto, y que Sirio me había puesto perdido con sus patas, tenía una pinta lamentable. ¿Qué pensarían los compañeros del grupo, bien dormidos, con ropa limpia y recién aseados,  cuando me vieran llegar de esa guisa al hotel, a desayunar...? ¿ Qué me diría Pilar...? Confiaba en que Luis se lo hubiera contado quitando hierro al asunto...

Sirio iba encantado correteando a mi lado, y parecía que me guiaba entre los restos, pues siempre íbamos a la par y buscaba el mejor recoveco entre las piedras para abrirnos paso. De vez en cuando le hablaba y le acariciaba la garganta y la cabeza.

El Templo Funerario, dedicado al culto de los muertos, al final de la Gran Avenida Columnada, marca el fin de la zona transitable de Palmyra. Es un barroco helenístico hexástilo, sobre podium y escalinata. Pero está tapada por el terreno actual, elevado más de un metro sobre la cota original, debido a los rellenos aluviales. Toda la zona está repleta de fragmentos de columnas, bases, capiteles, frisos, etc...

Tangencial a su fachada, y perpendicular a la avenida, discurre una pequeña calle, también con restos de columnas, algunas en pié, que podríamos llamar Decumanus, y en la zona posterior se extiende el Campo de Diocleciano, un gigantesco campamento militar romano no excavado, que llega hasta las Torres Tumba.

Gran Avenida Columnada ( Foto Nacho SM)

Pude hacer cientos de fotos si hubieran existido las cámaras digitales actuales, pero llevaba carretes de diapositivas y había que economizar seleccionando bien los enfoques y ángulos. Y en Palmyra son infinitos, pues la luz cambia en cada momento.


Termas de Diocleciano ( Foto Nacho SM)

A mitad de la Gran Avenida Columnada destacan las llamadas Termas de Diocleciano, construidas en la decadencia imperial romana del s.IV, poco después de la destrucción por Aureliano. Sus impresionantes columnas son de granito rojo. Se conservan bien las escalinatas de entrada, la base o Crepidoma, muros de cimentación, y los restos de mármol en los suelos.


Termas de Diocleciano ( Foto Nacho SM)

De vez en cuando tenía que parar a descansar y sentarme sobre algún resto milenario. Todo era increíble, como vivir un sueño. Me encontraba pletórico y se me habían quitado todos los males de la noche. Eran las 6.00 h de la mañana, y me parecía que llevaba toda la vida allí...

Tenía aún tiempo para verlo todo... en media hora despertarían al grupo que bajaría a desayunar a las 7.00 h. La jornada comenzaría a las 8.30 h visitando el Templo de Bel, luego al Museo local, y por fin vendrían aquí todos, a ver Palmyra. Pero seguro que no pasarían del Tetrapylon. No verían la parte final adonde Sirio y yo habíamos llegado.


Tramo intermedio ( Foto Nacho SM)

- !!! Vamos Sirio...!!! No te duermas...¡¡¡...Llévame allí enfrente a ver aquel templo...!!!


Templo de Baal - Shamin ( Foto Nacho SM)

Construido en el 139 d.C. este templo tetrástilo in antis, con dos columnas y pilastras molduradas en la cella, está rodeado por dos plazas porticadas. Con peanas a medio fuste para estatuas de dignatarios palmirenos, es una curiosa mezcla de estilos romano, sirio y con influencias tolemaicas egipcias. Fue reutilizado como iglesia en época bizantina.


Ágora. Al fondo el Palmeral de Tadmor ( Foto Nacho SM)
Área lateral del Ágora ( Foto Nacho SM)

Ya no sabíamos adonde ir, cruzando continuamente de un lado a otro de la Gran Avenida Columnada, volvimos al cruce del Tetrapylon. El tiempo volaba, y era el momento de pensar en irse. Eran más de las 6.30 h...

Tetrapylon desde el Ágora ( Foto Nacho SM)

Sirio y yo salimos a la avenida principal y echamos a caminar hacia la salida. Comencé a notarle inquieto, pues empezaba a ladrar de un modo extraño, incluso un poco agresivo. Me di la vuelta a mirar hacia atrás. La foto de despedida...
En el fondo Sirio, por ese instinto que tienen los animales, sabía que nos acercábamos a la salida, y esa sería nuestra despedida. 
Me temía lo peor... 

Mirada hacia atrás( Foto Nacho SM)

Cruzamos bajo el Arco de Triunfo, pero él comenzó a ladrar nervioso, se acercaba y me mordía el pantalón, tirando de mi hacia atrás. No quería que me fuera... Yo trataba de tranquilizarle, acariciándole la cabeza, pero no podía, me rehuía constantemente. 

Carretera general Deir ez-Zor y Templo de Bel ( Foto Nacho SM)

Cuando llegamos al borde del asfalto de la carretera general empezó a ladrar con una furia que jamás he visto en un perro... Desde dos o tres metros de distancia se encaraba a mi con las patas de adelante estiradas, como dispuesto a saltar...Yo le llamaba sin parar alargando la mano derecha para tocarle...
- Sirio, Sirio, amigo mío... ven...¡¡¡ Ven, por favor...¡¡¡
Pero seguía igual, mirándome y ladrando con violencia. Noté que estaba bien adiestrado, pues no pisaba el asfalto. Se acercaba y se alejaba. Su mundo era Palmyra, de allí salió y allí volvería. Y la carretera era su frontera prohibida...

Yo estaba perdido, qué podía hacer...?
Miraba a la carretera por si venía tráfico. Tenía que cruzarla, pero algo me lo impedía. Me volvía constantemente a mirarle, repitiendo lo mismo una y otra vez... 
Se me partía el corazón...
- Sirio, son solo un par de horas... Tengo que ir al hotel, pero volveré, te lo prometo...¡¡¡ 
¡¡¡ Espérame aquí...¡¡¡ Recorreremos Palmyra otra vez... ¡¡¡ Sirio...¡¡¡ Sirio...¡¡¡
No pude aguantar más. Le miré por última vez con la mano estirada...

Aproveché que venían varios camiones cisterna juntos y crucé la carretera justo delante del primero de ellos. Me pitaron varias veces. Una vez al otro lado eché a correr, por el lateral en sombra hacia la parte posterior del Templo de Bel. No quería mirar hacia atrás...No podía soportar ver a Sirio en la cuneta, ladrándome de esa manera...

Corría mirando hacia adelante, sin ver por donde pisaba... y al cabo de un momento noté que tenía un insoportable nudo en la garganta y la vista borrosa, pero seguí porque tenía que volver a mi mundo...

3 horas después

A las 10.00 h de la mañana, y tras ver el Templo de Bel y el extraordinario Museo local, entraba con el grupo nuevamente en Palmyra. Hacía muchísimo calor y había bastantes turistas de todos los países. No ví a Sirio por ningún lado... 

Pilar nos presentó bajo el Arco de Triunfo al guía historiador local, que inmediatamente comenzó a hablar en un castellano irregular pero que se entendía bien. A los diez minutos entramos en la Gran Avenida Columnada parando cada poco para escuchar sus explicaciones. Media hora después llegamos al Tetrapylon, y lo mismo... Mientras tanto la gente hacía colas para sacarse las fotos delante de las columnas. Yo estaba ausente y no atendía a los comentarios. No paraba de mirar en todas las direcciones protegiéndome de la cegadora luz con la manos, haciendo de visera. 
Buscaba a Sirio... Lo necesitaba.

Aquella situación me pareció como una paradoja espacio-temporal. No me creía que hacía unas pocas horas todo hubiera sido tan diferente. Había estado viviendo un sueño, estaba aturdido y fuera de la realidad. El problema es que no sabía cual era la realidad, si la de la noche o ésta. Me molestaba ver a la gente subiéndose a las piedras, dando voces, carcajadas y haciendo las chorradas habituales de los guiris.

¡¡¡...¿ Donde estás Sirio...? ¡¡¡

Luis notó mi estado de animo. Le había contado lo sucedido el resto de la noche, después de que él se fuera, y la dolorosa despedida en la carretera con Sirio. 
Con todo disimulo, y mientras el grupo entraba en el Teatro - yo me quedé afuera, no quise entrar - Luis me apartó y me cogió por el hombro, abrazándome. No pude contener la emoción y me derrumbé llorando...

 Reflexiones finales y álbum de fotos

Izqda:Nacho SM en Palmyra.
Dcha: Luis Argüelles y yo en Jerusalen 15 días después

Una hora y pico después salíamos de Palmyra, y el autocar nos esperaba en la cuneta, delante del Arco de Triunfo. La cuneta que ya conocía... 
Miré una vez más en todas las direcciones... y nada...
Entré y me acomodé en el asiento de siempre, que daba a la ciudad romana. A los pocos minutos nos pusimos en marcha. Abrí la ventanilla de guillotina del autocar, porque hacía mucho calor. Miraba mientras ibamos dejando atrás las ruinas. Cuando ya salimos a carretera recliné el asiento y cerré los ojos. Escuché que Pilar nos comentaba, por el micrófono, que teníamos un largo trayecto hasta llegar de noche a Al Mansura, y que al día siguiente nos podríamos dar un baño en el Eufrates, el río del Creciente Fértil.

No fui capaz de escuchar más... 
Me quedé dormido

Sup.Izqda: Luis Argüelles y yo en Jerusalen
Dcha: Nacho SM en el Templo de Bel
Inf.Izqd: Pastor de raza Canaan

Todavía hoy, tras más de 25 años transcurridos, tengo una sensación de irrealidad sobre lo vivido aquella noche en Palmyra, que jamás olvidaré.  Ni Luis ni Sirio, están hoy entre nosotros. Y Palmyra no sé lo que durará...
De los tres solo quedo yo, y antes de que mi memoria comience a diluir los recuerdos, y esta historia mía se pierda en el olvido, he preferido ordenarlos, escribirlos y revivirlos, no sin emoción, en mi blog "...entre la 42 y la Quinta". De esta manera quedarán en la red universal de nuestro tiempo para siempre, como homenaje hacia ellos.
Ha sido como vivirlo todo otra vez...

- Luis, Sirio, volveremos a vernos en Palmyra...en otra vida. Volveremos a estar juntos, pero todavía es pronto. Quiero ver otras tierras, otras culturas... hacer otros viajes. Pero prometo que os lo contaré todo cuando nos reunamos nuevamente, y esta vez no nos separaremos, porque será para siempre.

- ¡¡ Esperadme en el Teatro romano...¡¡¡