miércoles, 10 de octubre de 2018

Santíguate Trecento

Hola Toño,
¿Cómo estás? Espero que no te hayas aburrido mucho estos días ... acabo de llegar de Italia y tengo mucho que contarte. Lo primero es que allí las cañas son mucho más caras, a 3,50 € la pequeña y 5 € la media, así que una "regata" de las nuestras, de medias Mahou, allí podría ser la ruina.Total que vengo seco. Y lo segundo es que no paré de ver iglesias y museos donde no había más que vírgenes, mártires, crucifijos y arte religioso. Pero bueno, ya te dije que el año pasado se me dio muy bien la asignatura de Arte Bajo Medieval, que era casi todo de arte religioso, y lo que vimos en Italia, fue prácticamente eso.

Fíjate que soy un ateo empedernido que no cree en nada, bueno en los extraterrestres sí creo, y que soy de los que dicen que después de la muerte no hay nada. Y si hubiera algo me daría igual, además voy a dejar por escrito que me quemen y que las cenizas las tiren donde yo diga. Ese rollo de la resurrección de los muertos solo lo cree la beatería en la que se ceba esta religión, porque vamos a ver ¿cómo resucitas? en las condiciones en las que mueres? degradado, viejo y arrugado?... o "un máquina" como eras con 35/40 años?. 

Además estoy medio excomulgado, porque ya sabes que desde el "Año Internacional de la Familia" de 1994, estoy en una especie de limbo extraño con Dios, pues Joseph Ratzinger, que de aquella era cardenal, nos quiso excomulgar, pero sus colegas más progresistas le convencieron en prohibirnos "solo" la Eucaristía. O sea, que si quisiera, lo que veo harto improbable, no podría comulgar. Sería pecado mortal, mi perdición... fíjate qué cosas. 

Y mira que me caía bien el Ratzinger, sobre todo cuando llamó a Dios, a grito pelado, en la boca del metro de Valencia cuando aquella tragedia ( ¡¡¡ Señor ... ¿donde estabas aquel día? ¡¡¡) Fue muy fuerte ... y cuando dijo que lo de la vaca y el burro del Portal de Belén era un cuento ... aquello fue genial. Luego dimitió como Papa y se dedicó a leer a Copérnico en la Biblioteca del Astronómico de Castel Gandolfo ¿te acuerdas?. 

En el fondo era un tío coherente con sus ideas, un intelectual, un cuadriculado, el típico teólogo alemán de línea dura, que fue cura porque le obligaron en casa, pero que eso de lavar pies a los pobres en Jueves Santo... como que no. Hasta ahí podíamos llegar ...

Y el caso es que con el Papa Bergoglio, que es como un cura de pueblo, la cosa no mejoró del todo. En su Exhortación Apostólica "Amoris Laeticia", dice el cachondo que los divorciados vueltos a casar por lo civil, seguimos siendo "ovejas del rebaño", aunque eso sí, de segunda y con limitaciones. O sea que con una mano te la acaricia, y con la otra te los aprieta ... ya sabes a qué me refiero. Porteño tenía que ser y encima del Atlético San Lorenzo de Almagro, del mismo equipo que yo, así nos va en la Liga argentina ... 

Total, que vi más iglesias en doce días, que un cura en plena pastoral y encima iré al infierno. Pero el viaje me gustó mucho porque vi en directo lo que había estudiado el año anterior. Hay unos cristos de colores pintados en madera que te dejan sin habla. Como decía un catedrático de Medieval amigo mío: "estos Cristos están para rezarles..."


Fresco "Alegoría sobre los efectos del Buen Gobierno". Ambroggio Lorenzetti. 1340

Ambroggio Lorenzetti (Siena 1290-1348) fue un famoso pintor del Trecento italiano, influenciado por Giotto. Su obra maestra es "La Alegoría de los Efectos del Buen Gobierno", pintada entre 1338 y 1340. Es un gran fresco en el Palazzo Pubblico de Siena. En el se muestran las virtudes que deben de brillar en la vida pública diaria: la paz, la justicia, la sabiduría, fortaleza, prudencia, templanza ... Podemos ver la próspera Siena medieval caracterizada por la división y especialización del trabajo, el comercio y el ocio, la armonía y la diversidad como ideales. Si nos fijamos vemos detalles que hacen de esta obra exquisita sobre la vida urbana feliz: el taller del zapatero en el medio, al que llega un campesino con su burro, la escuela donde el profesor sobre su tarima imparte clases, albañiles al fondo retejando una cubierta, el nido de pájaros bajo el balcón de madera de la izquierda, los distintos tipos de edificios en perspectiva, los ventanales de estilo gótico, macetas en las ventanas, parte de la Catedral blanca y negra de Siena, muchachas danzando en corro cogidas de la mano, etc, completan la imagen idílica de una ciudad ideal, una sociedad vital, feliz, que vive en armonía, paz, alegría y abundancia.

Me encantó ver las ciudades bien cuidadas y limpias, la gente tan amable y servicial, que enseguida se enrollaban contigo para preguntarte si te podían ayudar, con tanto ambiente, todo lleno de terrazas, todo el mundo trabajando o paseando, pero sin agobios ni alucines como aquí, los coches circulando a 30 km/h, dejándote cruzar siempre, sin pitar el claxon ... No se ve ningún bajo comercial vacío, los inmigrantes subsaharianos, que hay muchísimos, se les ve integrados, trabajando o estudiando, desplazándose en sus bicicletas, autobuses o trenes como el resto de la gente, hablando por sus móviles, con carpetas debajo del brazo ... No se ve ni mendicidad, ni venta callejera de Top Manta. Aquí en Oviedo, cuando estamos en el bar, entra un chaval cada minuto, uno vendiendo cd´s, cuando sale entra otro con bolsos, luego otro con cinturones, y pulseras, otro y otro ... un sin parar. Es la leche. Lo de las ciudades del norte de Italia, me recuerda el cuadro ese del Trecento, el de la ciudad feliz de Lorenzetti, y no es precisamente porque tengan un buen gobierno.

Aunque te parezca mentira no vi nada de arquitectura moderna ... bueno miento, porque vi el Museo Cívico de los Eremitani, en Padova, que es muy bueno, y el Museo Castelvecchio de Carlo Scarpa, en Verona, que tenía ganas de ver, pero me gustó más lo que no conocía del edificio, que lo que ya conocía. Ya me cansan un poco, tantas filigranas en acero en barandillas y molduras de hormigón en cornisas y suelos, de tanto verlo en los libros. Pero igual le hago algún reportaje de esos tan coñazos, que por cierto nunca lees, en el blog de " ... entre la 42 y la Quinta". No se, ya veré ...

Pero lo que más me impresionó es el arte religioso, las iglesias, capillas, sobre todo la de los Scrovegni en Padova, y los grandes crucifijos de los pintores del Trecento. En las iglesias y museos hay cada uno que te deja con la boca abierta, y no de fervor católico precisamente, ya sabes que soy sordo a la llamada divina. Fíjate que vi Crucifijos, y no note nada, ni sentí ninguna visión extática, ni voces desde las alturas, ni luces extrañas, nada Toño ... ni una pizca, soy una causa perdida para la Santa Madre y, por supuesto, carne de hoguera en manos del "brazo secular".

Ya me gustaron mucho los grandes crucifijos en la asignatura de Arte Bajo Medieval, y creo que te comenté que eran la leche, enormes, brillantes ... Tenía esquemas hechos de su evolución porque podían caer en el examen.  

Pero verás que te cuente, el primero de todos, según mis esquemas, es el Crucifijo del pintor Margaritone d'Arezzo, realizada entre 1240 y 1250 en temple sobre tabla. Se llama la Cruz de Chigi-Saracini y presenta un Cristo Triunfante en posición frontal, con la cabeza levantada, cara redondeada, pómulos rosados y ojos abiertos mirando al frente. La melena negra le cae de forma simétrica con tres hebras sobre cada hombro. La musculatura del torax está muy acusada, pectorales y abdomen, que está dividido en tres partes. El calzón, llamado también perizonium, o "paño de pureza" luce un precioso color azul celeste y numerosos pliegues con sombras que acentúan el volumen. Está erguido, pero mínimamente curvado, con las piernas rectas, paralelas y con clavos en cada pie, por los que sangra copiosamente. Ha perdido parte de la policromía y la representación del Redentor en la parte superior, pero conserva una magnifica belleza. No es muy grande, mide 0,72x 0,98 mt y está expuesto en las salas del Monte dei Paschi Art de Siena.


Cruz Chigi-Saracini. Margaritone d'Arezzo

Luego vienen los del pintor Giunta Pisano, ¿a que no le conocías?. Nació y murió en Pisa, de ahí le viene el apellido gentilicio. Ya verás cómo notas las diferencias y la evolución. Giunta Pisano dará entrada a los crucifijos de gran formato, que son impresionantes.


Crucifijo de San Benedetto. Giunta Pisano. Pisa.

La  Cruz de San Benedetto, fue realizada entre 1250 y 1260. No es muy grande, mide 1,13 x 0,83 mt y se conserva en el Museo Nacional de San Mateo, en Pisa. Muestra un cuerpo muy arqueado, manos abiertas y piernas cruzadas, en una postura incómoda, y los pies clavados en un único clavo. En los extremos de los brazos están la Virgen y San Juan, y la figura del Redentor sobre la cabeza. A los lados tiene unas composiciones geométricas de círculos. Tiene un precioso colorido, y un diseño general perfecto en proporciones geométricas e iconografía.


Crucifijo de Giunta Pisano. Basílica de Santo Domingo, Bolonia.

La gran obra maestra de Giunta Pisano es el Crucifijo de la Basílica de Santo Domingo, en Bolonia de 1250. Está pintado en temple y oro sobre una tabla contorneada en rectángulos, y enlucida de yeso, para dar cabida a la Virgen y Juan Evangelista en los extremos de los brazos. Es gigantesco, mide 3,36 x 2,85 mt y tiene una inscripción abajo, en latín, que dice "pintado por Giunta Pisano". Es una de las mejores obras de la pintura del s.XIII, y con un marcado estilo bizantino, pero en vez de representar un Cristo sereno, vencedor sobre la muerte y glorioso, se presenta sufriendo en agonía, con su cuerpo curvado hacía la derecha sobresaliendo del marco invadiendo el patrón geométrico del fondo. Está crucificado con cuatro clavos, y la cabeza caída sobre el hombro, lo que supone una novedad. Va cubierto con un "paño de pureza" de bordes dorados. Sobre su cabeza nimbada, está el cartel de INRI, y un medallón superior con el Pantocrátor. Este Cristo inicia un estilo que fue seguido por otros artistas, ya en el Trecento. Giunta Pisano ejecutó varios crucifijos más, pero con mínimas variantes, que no obstante influyeron posteriormente en los demás.

Luego viene un Crucifijo un poco arcaico, para mi gusto ... más bizantino. Es el de Coppo di Marcovaldo, un pintor de Florencia. Está en el Museo Cívico de San Gimignano y lo realizó en 1264. Es muy grande, mide 2,96 x 2,47 mt. Es un Cristo sobre cuatro clavos, con barba, cuerpo suavemente arqueado y con postura elegante. A los lados muestra seis escenas de la Pasión de Cristo, con figuras dolientes en los extremos de los brazos y sobre el rótulo INRI, coronado a su vez por el Redentor. Tiene gran musculatura torácica y un "paño de pureza" azul, que parece más dibujado que pintado, con acusados pliegues y sombras para acentuar el volumen.

Crucifijo de Coppo di Marcovaldo. San Gimignano 

Después de este Crucifijo, realizó otro de tamaño parecido, 2,80 x 2,45 mt, en 1274. Es el de la Iglesia de San Zeno, en Pistoia, La Toscana. Está en el presbiterio, y es imponente. Es un Cristo sufriente, crucificado con cuatro clavos y con el cuerpo igual de arqueado que el anterior. El "paño de pureza" mantiene el mismo tratamiento de pliegues, color y sombras de volumen. Repite peinado y barba, y no tiene tanto músculo torácico. A la composición le faltan los extremos y tiene también seis escenas de la Pasión a los lados.


Crucifijo de Coppo di Marcovaldo. San Zeno, Pistoia. 

Pero de estos primeros del Trecento, el que más me gusta es el Crucifijo de Cimabue, de La Iglesia de Santo Domingo, en Arezzo, me parece una pasada, ¿te acuerdas, Toño, cuando te lo dibujé en una servilleta, tomando unas Mahou en el bar de Basilio?... 


Crucifijo de Cimabue. Iglesia de Santo Domingo, Arezzo.

Es un gran crucifijo, de 3,36 x 2,67 mt, del pintor toscano Cimabue, realizado en 1270. Un trabajo en temple sobre tabla, de influencia bizantina, que sigue la tendencia iniciada por Giunta Pisano, pero arqueando más el cuerpo y exagerando la musculatura del abdomen, que divide en tres partes. Destaca también la decoración damasquinada, con hilos de oro, del "paño de pureza", sus bordados, color rojo y pliegues. En los extremos se siguen situando La Virgen y San Juan, en gesto doliente, así como el Pantocrátor superior. Los colores, azul y oro de la cruz son más intensos, y el fondo muestra un patrón geométrico de rombos, con círculos inscritos que dan una imagen cuadriculada de aspecto lujoso.

Crucifijo de Cimabue. Iglesia de Santo Domingo, Arezzo.

Y finalmente, tenemos el impresionante Crucifijo que está en la Basílica de la Santa Croce de Florencia. El problema que tiene es que quedó muy dañado por unas inundaciones del río Arno en 1966. Es una lástima porque se perdió un 60% de su pintura original, pero se conoce bien el estado original gracias a fotografías antiguas. Pero merece la pena verlo, aunque sea solo por su tamaño.


Crucifijo de Cimabue. Basílica de la Santa Croce, Florencia.(Foto: Maurizio Degl'Innocenti)

El Crucifijo de la Santa Croce, de Cimabue, realizado en 1288, mide 4,33 x 3,90 mt y plantea una importante evolución al reflejar un naturalismo menos exagerado que el de Arezzo, más creíble en la anatomía. El cuerpo es más estilizado y la curvatura más elegante, acentuada por sus claroscuros, que son más suaves. El tratamiento novedoso de Cristo, con un color más mortecino, se completa con un "paño de pureza" liviano, semi transparente, muy alejado de la exhuberancia del de Arezzo, y como una veladura mínimamente necesaria, casi en "sfumato", que termina de perfilar la esbeltez anatómica.


Crucifijo de Cimabue . Basílica de la Santa Croce, Florencia.

No se sabe mucho de Cimabue, salvo que se llamaba Cenni di Pepo y que fue uno de los mejores artistas de su tiempo, tanto en pintura como diseñando mosaicos. Fíjate que Dante lo consideró como el mejor y último gran artista de su generación, incluso lo cita en la Divina Comedia ... A propósito, tengo que intentar leerla de una vez. La vez anterior no pude con ella ... fue superior a mi. También es verdad que tenía veintipico años y, claro... ya sabes. Pues los crucifijos más importantes de Cimabue son el de la Santa Croce de Florencia y el de Santo Domingo de Arezzo. Me gustan mucho los dos.

Pero un día, Cimabue vió un chaval dibujando unas ovejas sentado en una roca. Tenía 11 años y se llamaba Giotto di Bondone, pero viendo la soltura de mano que tenía no dudó en proponerle entrar de aprendiz en su taller. Con el tiempo Giotto superaría a su maestro en talento y técnica, y pronto se convertiría en el gran artista del Trecento Italiano. Un pintor de fama universal, cuyas obras principales quería ver allí, en Padua ... todavía no me acostumbro a decir Padova. 

Lógicamente, al principio, siguió el estilo de su maestro Cimbaue y de la influencia del estilo bizantino, pero pronto mostró su talento y estilo natural. Es increíble que con 21 años de edad pintase este pedazo de Crucifijo para la Basílica de Santa María Novella, en Florencia. Tardó dos años en terminarlo, en 1288.


Crucifijo de Giotto. Basílica de la Santa María Novella, Florencia.

Colgado a 5,00 mt de altura en la nave principal de Santa María Novella, el Crucifijo de Santa María Novella es la obra más antigua que se conoce de Giotto. Mide 5,78 x 4,06 mt y pesa media tonelada. Aún bajo la influencia de Cimabue, y con vínculos con el estilo bizantino, muestra diferencias, como la pesadez del cuerpo moribundo, que cuelga de los brazos. Apunta un incipiente estudio de una anatomía más naturalista, señalando detalles como las venas de los pies, los rizos pelirrojos, etc, y alejándose de la musculatura abdominal, y esbeltez corporal que caracterizaba la obra de su maestro. El cuerpo refleja el sufrimiento físico, incidiendo en un aspecto más humano que divino. Sigue con el tratamiento de veladura en el "paño de pureza", hasta casi hacerle desaparecer en una casi desnudez. Como novedad, alargó la cruz para incorporar el Monte Gólgota al pie.

Cuando terminó esta cruz, viajó con su maestro Cimabue a Asís, donde trabajó varios años pintando los frescos de la Basílica. Allí desarrolló su estilo personal, que marcó una nueva corriente pictórica rompiendo con los estilos anteriores, mas rígidos y deudores del pasado. Pero a primeros del s. XIV aparece en Padua, para ejecutar su principal trabajo: la Capilla de los Scrovegni, una de las obras maestras del Arte de todos los tiempos. No solo construyó la Capilla como arquitecto, disciplina en la que se formó en el taller, también pintó sus frescos interiores con 40 escenas de la vida de la Virgen y de Jesucristo, y su no menos impresionante Juicio Final. Y colgado en el centro de la bóveda, sobre la línea del iconostasio, estaba su gran Crucifijo.

En realidad, nuestra excusa para este viaje a Italia era ver la Capilla de los Scrovegni en Padua ... bueno también fue ver todo lo de Ravenna, o sea lo que habíamos estudiado en la Universidad. Creo que te lo había contado la última vez que nos vimos. La visita tiene su rollo, porque hay que reservar la entrada por Internet. Tiene entrada restringida cada 15 minutos y no vale llegar por las buenas a la taquilla, y sacar el ticket. El caso es que teníamos la visita a las 11,00h y nos plantamos allí una hora antes por aquello de ver la tienda y los alrededores. Y como la entrada está en el Museo Cívico de los Eremitani, aprovechamos para ir a ver el Crucifijo de Giotto, que está expuesto en una de sus salas.. 


Museo Cívico de los Eremitani, Padua.(Foto: Nacho SM)
Museo Cívico de los Eremitani, Padua.(Foto: Nacho SM)
Museo Cívico de los Eremitani, Padua.(Foto: Nacho SM)

Por cierto, la rehabilitación de los dos claustros y salas del Eremitani para Museo, es obra del arquitecto Franco Albini, y es muy buena, tanto como intervención de arquitectura contemporánea como de diseño de exposición de la mayor parte de los contenidos; soportes de esculturas, vitrinas, iluminación ...Me gustó sobre todo la solución de las dos escaleras simétricas que suben a las galerías de primera planta, la estructura metálica en acero esmaltado en gris grafito, y la visera de hormigón. Adosadas al muro lateral de la Iglesia de los Eremetani, conforman un alzado en el que ambas arquitecturas se integran perfectamente. Ya sabes que yo me fijo en todo, y sobre todo en la arquitectura moderna. Pero ya te contaré más detalles en persona ... como íbamos a tiro fijo y no podíamos perder el tiempo, tuvimos que preguntar a un vigilante:
"Prego, dové la Croce di Giotto?" . Amablemente, y con una sonrisa, nos indicó que estaba al final de la galería, a la derecha, y fuimos para allá como tiros.

Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Foto: Nacho SM)

Realizado entre 1303/1305, y pintado al temple y oro sobre tabla, mide 2,23 x 1,64 mt. Es por tanto de los más pequeños del Trecento, lo que es lógico por tener que adaptarse al espacio de la Capilla. No obstante, y de cerca, impresiona con lo que hay que imaginarse como es estar al lado del de Novella, o de los de Cimabue. 

Y como todo tiene su excepción, una de las obras más importantes del museo, si no la que más, es la que está peor expuesta. No lo entiendo... Sin ubicación clara, colgada del techo de cualquier manera, con una extraña protección de seguridad, con exceso de luz natural ambiental,  con unos focos muy próximos que dan reflejos en la pintura de pan de oro, con un panel de contraste al fondo, en azul demasiado lejano, y con la señora vigilante sentada al lado, saliendo en todas las fotos. Casi mejor que te enseño una foto de alzado de Wikipedia. Allí se ven todos los detalles de esta extraordinaria obra de arte.

Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Foto: Nacho SM)
Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Foto: Nacho SM)
Como en anteriores cruces, el Cristo es naturalista y muestra sufrimiento, pero a diferencia de la Cruz de Novella, el cuerpo es delgado y alargado. Vencido en su agonía pesa inerte y colgado de sus manos, en tensión, con los dedos crispados y encogidos, pero con dignidad y espiritualidad. La cabeza, rodillas y pies sobresalen en perspectiva, dando una cierta tridimensionalidad. Para acentuar el dramatismo, Giotto pintó las venas, tendones, huesos de sus costillas y la sangre del costado. El "paño de pureza" es como una veladura casi transparente, que cae verticalmente, inmóvil, mostrando unos suaves pliegues.


Alzado del Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Fuente:Wikipedia)

La tabla está tallada con un lujoso borde ornamental mixtilíneo, como si fuera textil. En su base la cruz está hincada en el Gólgota, donde vemos el cráneo de Adán sobre el que gotea la sangre de Cristo, que se cuela por unas grietas, a fin de redimir el pecado original. A ambos lados se disponen las figuras dolientes de la Virgen y Juan Evangelista, y sobre el rótulo INRI la figura del Redentor en bendición. Inicialmente estaba pintado por ambos lados, pero en el reverso solo se conserva una imagen del Cordero Místico en el centro, y el Tetramorfos de los Evangelistas en los extremos.


Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Foto: Nacho SM)
Crucifijo de Giotto. Museo de los Eremitani. (Foto: Nacho SM)

Pero unos diez años más tarde, en 1313, Giotto realizó otra gran Cruz, la de Rímini, esta vez enorme y con menos ornamentación, de 4,30 x 3,00 mt. Un impresionante trabajo pictórico sobre una geometría rectilínea, precisa y sin ornamentación artificial, donde luce un estilo propio y maduro, con un estudio anatómico sobresaliente y dominio de la perspectiva, luces y sombras, anticipados en la Cruz de los Eremetani que acabo de contarte, pero le faltan los extremos de los brazos. No obstante es un trabajo perfecto.

Crucifijo de Giotto. Templo Malatestiano, Rimini.

Total, que después de verla y sacar todas las fotos posibles, tuve que borrar muchas, llegamos un cuarto de hora antes de la cita, y una vez reunidas la veintena de personas convocadas, nos fuimos detrás de la guía responsable, caminando hacia la entrada para iniciar la visita a la Capilla de los Scrovegni. Hay que caminar un tramo por el sendero de los cuidados jardines del antiguo anfiteatro romano. Es un paseo muy agradable y con sombras, una delicia.

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua, Italia.
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua, Italia.
Entrada a la Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua, Italia.

La entrada es a través de un moderno pabellón de vidrio negro, adosado a la cabecera de la Capilla. Te gustaría verlo ... Un espacio de espera, con control de entrada, en cuyo interior hay que esperar el mismo tiempo que dura la visita del grupo anterior, que es de 15 minutos exactos. Cuando sale un grupo, entra el que está en el pabellón.

Entrada a la Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua, Italia.

Su interior es como una cámara hermética de aclimatación de calor y humedad, pues el aire acondicionado está regulado para cortar la sudoración del visitante mientras espera su turno. La solución de estabilización de temperatura y humedad es muy buena y práctica, y se controla desde una cabina donde se programa el audiovisual, igual que aquella piscina climatizada que hicimos, que entrabas y no hacía calor ¿te acuerdas?... En los 15 minutos que dura, se proyecta un audiovisual sobre Giotto, sobre la Capilla, su construcción y su programa pictórico. De esta manera la incidencia de los visitantes sobre las pinturas murales y la humedad interior de la Capilla es mínima, y la gente, aunque no tenga ni idea de arte, entra con conocimiento pleno de lo que va a ver. Hay que decir que el tráfico de grupos es continuo, cada cuarto de hora, desde las 9,00h hasta las 19,00h de la tarde, asi que a 12€ la entrada y grupos de 20 personas, multiplica ...

Pabellón de entrada a la Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua, Italia.

A partir del año 1303, Giotto inicia la construcción de la Capilla de los Scrovegni (en algunos textos se cita como posible autor a Giovanni degli Eremitani), y posterior ejecución de los frescos de su interior. El encargo viene del banquero Enrico Scrovegni, que no debía de tener la conciencia muy tranquila y, construyéndola, quiso expiar los excesos de usurería propios, y los de sus antecesores. Los terrenos, que comprendían el espacio elíptico delimitado por el muro exterior del antiguo Antiteatro Romano, fueron adquiridos para este fin, y hoy son los preciosos jardines en los que se incluye también el Museo de los Eremitani y la Iglesia. 

La Capilla es de planta rectangular de nave única, construida en ladrillo romano rojo. Su fachada principal, está alineada con el muro elíptico del anfiteatro, y tiene una ventana trifora ojival y entrada con arquivolta en ladrillo rojos y piedra blanca. Su perímetro está recorrido por una banda de arcos lombardos en el muro de coronación, de piedra caliza blanca, sobre el que apoya la sencilla cubierta, a dos aguas. Sus muros laterales están modulados por los contrafuertes de descarga de la bóveda de cañón interior, con seis estrechas y altas ventanas que, además de introducir luz sur en el interior sirven como base para la organización de las escenas pintadas. Pero vamos a verla por dentro, ya verás qué pasada... Entramos por una puerta lateral pegada al presbiterio.

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

Un Arco de Triunfo con escenas de la Anunciación, nos introduce en el presbiterio, cuya cubierta es una pequeña bóveda de arista. De la barra que enlaza los arranques del arco de medio punto y que hoy son el soporte de los focos de iluminación, colgaba la Cruz de los Eremitani, que acabamos de ver en el Museo. En el ábside se ubica un pequeño altar, y detrás de él, están los sarcófagos de los Scrovegni, como comitentes de la obra.

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

Estamos ante la Capilla Sixtina del Trecento Italiano, y una de las más importantes obras de la Historia Universal del Arte. En esta fotografía de National Geographic tenemos una inmejorable visión general, que nos ayudará a entender la Capilla. 

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: National Geographic)

En el interior, donde predomina el color azul ultramar, está completamente pintado con 40 escenas de la vida de la Virgen y Cristo en los paramentos laterales, de extraordinario cromatismo. 20 en cada lado, divididas en calles o registros  horizontales y secciones verticales, separadas por bandas que imitan despieces geométricos de mármol, que recuerdan el estilo cosmatesco. En cada sección, Giotto, representó 3 escenas. En la parte baja, y a modo de zócalo, pintó casetones rectangulares con alegorías de las Virtudes y los Vicios, en tonos grises y con la técnica de grisalla. Las primeras a la derecha del Cristo Juez, y las segundas a la izquierda, como se corresponde con el lugar del Cielo y del Infierno del fresco del Juicio Final. 

La bóveda está pintada en un precioso color azul ultramar con una trama reticular de estrellas, que recuerda la pintada en el Mausoleo de Gala Placidia en Ravenna, a la que quizás Giotto le echó una mirada antes de proyectar la Scrovegni. Tiene dos medallones centrales circulares en forma de sol, de la Virgen y Cristo Pantocrátor , simbolizando la clave de bóveda en los dos tramos en que se divide, y ocho medallones laterales de los Profetas, más pequeños, cuatro a cada lado.


Bóveda de la Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

En el muro de la contraportada, sobre la puerta de entrada (en la visita se accede por una puerta lateral), se desarrolla el impresionante fresco mural del Juicio Final. Cristo Juez, centrado en una mandorla irisada, separa con sus manos a los justos, a su derecha, de los pecadores, a su izquierda. En un plano superior le rodean coros de ángeles, y a su altura está rodeado de los Apóstoles, Patriarcas, Arcángeles y Ángeles. Dos ángeles rodean una cruz central, que hace de eje de simetría, dividiendo la composición. Sobre el Cristo Juez, la ventana trífora inscrita en un arco de piedra, simboliza el misterio trinitario y unitario de la naturaleza de Dios. 

Hay que destacar también la iconografía del Infierno que arde bajo las llamaradas que les arroja el Cristo Rey, como si fuera un lanzallamas, y Lucifer como una especie de monstruo que come a los pecadores castigados. Una curiosa mezcla entre el Infierno de Dante y los desordenados universos que pintaría El Bosco dos siglos después.


Enrico Scrovegni ofrece la Capilla a la Virgen, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

La escena más interesante, para mi, está en la parte baja y a la derecha de la Cruz central (izquierda según se mira): Enrico Scrovegni, arrodillado y vestido con una lujosa túnica morada que indica arrepentimiento y penitencia, ofrece a la Virgen María el flamante edificio de la Capilla, en forma de maqueta, restituyendo así los excesos de usura de su familia. A ambos lados de la Virgen están Santa Catalina y San Juan Evangelista. 

Detalle de la  Cruz en la Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

Y otro pequeño detalle que no ve nadie: la gran Cruz central no está hincada en el suelo del Gólgota, si no que está soportada por un hombre del que solo se ven los pies y las manos sujetando la cruz como puede, un hombre pequeño y frágil, como si fuera cada uno de nosotros, llevando la pesada cruz de nuestros pecados mundanos. Una Cruz que puede llegar a ser liviana, si es la Cruz de Dios, ¿a que no lo habías pensado?¿que te ha parecido?. No te veo yo cargando con esa Cruz, jaja ... Y hay más detalles ¿viste lo que le está haciendo ese demonio al pobre condenado, hacia la mitad a la derecha? ¿eres tan mal pensado como yo? ...

Giotto desarrolló un programa pictórico, que constituye una narración ordenada de los acontecimientos principales de la Vida de la Virgen y de Jesucristo, hasta su Pasión y Muerte, como si fueran secuencias de una película. Se leen por orden, iniciando la historia en el registro más alto de la pared derecha sur pegada al presbiterio, y próximo al arranque de la bóveda. La secuencia narra 12 escenas de la vida de la Virgen María y termina en la pared norte pegando también al presbiterio. En el registro inmediatamente inferior, que seria el intermedio, se inicia en el mismo punto que el anterior, y en otras 12 escenas la vida pública de Jesús, desde su nacimiento hasta el inicio de la Pasión. La secuencia se acaba también en la pared norte, pegando al presbiterio. En el registro más bajo, a la altura de la vista, se inicia otra vez en el mismo sitio, en otros 12 registros, los hechos de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión de Cristo, acabando también en la pared norte, tras recorrer todo el perímetro. El resto de los hechos, que articulan las 3 tramas narrativas, como si fuera una película, se desarrollan en el Arco Triunfal del presbiterio. Finalmente tenemos el Juicio Final con el Cielo y del Infierno.

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

Giotto aportó lo mejor de su talento, su mejor obra, en esta capilla, ejemplo de las principales innovaciones del Trecento. Giotto representa con exactitud el paisaje, árboles, rocas y el entorno natural colorista de cada escena, incorporando la simbología necesaria. La arquitectura sirve de marco de fondo en casi todas las escenas, su credibilidad, exactitud, proporciones, perspectiva, volumen, luces y sombras recrean un fenomenal 3D de arquitectura tardo medieval. Los abundantes personajes de cada escena, tienen su estilo personal, vestuario, gestualidad propia, emociones y un realismo en su mímica facial, que revela incluso las conversaciones. Sonrisas y gestos aportan el perfil psicológico de los personajes en las escenas concretas. Sus movimientos son reales, con un estudio anatómico que se traslada al movimiento de los pliegues de las túnicas, con máxima verosimilitud. Detalles como la presencia de animales domésticos, humanizan las escenas, quitando solemnidad y acercándolas a la vida cotidiana.

Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)
Capilla de los Scrovegni, Giotto. Padua (Foto: Nacho SM)

Por ultimo podemos ver en algunas escenas, en que se repiten los personajes, secuencias consecutivas que indican animación y movimiento, como si fueran fotogramas de una película. Todos los cielos de las escenas son de color azul ultramar, dando una ambientación general de gran confort y relax, y que invita a recorrer la capilla varias veces disfrutando del espacio. El tiempo pasa sin enterarte, y de repente suena un timbre indicando que te tienes que ir, que la visita a la Capilla de los Scrovegni se ha acabado.

Pero los artistas italianos del Trecento siguieron haciendo crucifijos, destacando el del artista de Siena Duccio di Buoninsegna, que parece tener elementos en común con el estilo de Cimabue. El Cristo de San Francisco de Grosseto, es de 1289 y mide 2,86 x 1,92 mt. Tiene cuatro clavos, con el cuerpo arqueado hacia su derecha, y con un "paño de pureza", prácticamente transparente y con un movimiento indicando viento. Su cuerpo es más tranquilo de musculatura, más humanizado pero demasiado esbelto, y en su expresión no parece del tipo sufriente. Carece de las representaciones de la Virgen y San Juan en los extremos de los brazos y del Cristo Pantocrátor en la coronación. 


Crucifijo de Duccio. Iglesia de San Francisco de Grosetto.
En cada iglesia del norte de Italia, en las ciudades que he visto, decenas de artistas interpretaron el estilo de los maestros de los grandes Crucifijos pintados, que te he contado a grandes rasgos (vaya paliza, eh?, no te preocupes que ya acabo...). Muchos de ellos de artistas menores, otros anónimos, pero nos han dejado una herencia artística impagable, para los tiempos posteriores. Por lo menos yo he aprendido mucho con ello...


Crucifijo anónimo. Museo de Castelvecchio.  Verona (Foto: Nacho SM).
Crucifijo anónimo. Museo de Castelvecchio.  Verona (Foto: Nacho SM).
En la Capilla de los Scrovegni. Padua (Foto: Lola Martínez).
Y de despedida te mando una foto que me hizo Lola en la Capilla de los Scrovegni, sin que me enterase, como siempre extasiado y mirando al cielo estrellado azul ultramar, que tanto me gustó. Como verás llevaba la cámara de fotos, pero la usé poco porque estaba prohibido el flash, y con el móvil parece, de mano, que salen bien, pero vistas en el ordenador quedan regulares ... aún no lo controlo bien. Pero si tienes interés, ya sabes: Google es el desburrador universal, jaja ...

Y tenlo claro Toño, a la derecha del Padre está el cielo y los buenos, a la izquierda el Infierno y los malos. ¿No notas ni una pizca de santidad con tanto crucifijo? ¿Ninguna visión extática? ¿Luces? ¿Voces? ... Nada, yo tampoco, y mira que le hemos dado al tema, eh?... en fin, no tenemos arreglo, somos ovejas descarriadas del rebaño.

Nada más amigo Toño, espero tomar pronto unas cervezas contigo donde el bar de Basilio, y seguir hablando ... esta vez más de lo divino que de lo humano. Recibe un fuerte abrazo.

Nacho San Marcos

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